miércoles, 27 de mayo de 2009

Carpecho, puro wing

Cuando se le cuenta a un pibe una historia se inventa y se exagera, entre la nostalgia y la melancolía se va escribiendo un capítulo más de la memoria colectiva que se hace selectiva para dejarnos un relato adornado para captar la atención. Pequeños cuentos o épicas tribulaciones, suman para ir armando ese imaginario museo de lo que ya no está, de lo que ya no tenemos, de lo que ya no podemos disfrutar. A esa galería, a ese arcón se suma una pieza más de colección: El wing.
Tal vez Caniggia, el Mellizo u Orteguita (aunque los manden a laburar de otras cosas) demuestren que la infertilidad vino más por la zurda.
Si revisamos los Gráficos o recurrimos a las figuritas, notaremos que el "Negro" Ortiz no necesita balotagge para definir quien fue el último Wing izquierdo.
En la AFA sostienen que la extinción de la siniestra estaba prevista y que por ello los Jueces de Línea no cubren la franja izquierda del equipo que ataca.
Ninguna desaparición masiva es exactamente simultánea, por lo tanto cada barrio bien puede adjudicarse el haber acunado al último de los moicanos. En Saavedra, sostenemos que fue Carpecho. Carpecho y su idolatría al centro atrás.
Como corresponde a un fútbol que cobra en ventanilla, un delantero que nunca hizo un gol, no llega a jugar en primera, -- Es una de las deudas que no me interesa pagar -- decía Carpecho, -- Me atrae más el banderín del córner que los tres palos, incluso que los tres palos que pagarían por mí si hiciera goles --.
Cuando lo echaron de la cuarta de Platense nos devolvieron una ilusión al barrio. En un fútbol que cada vez se corre más a la derecha, necesitábamos a alguien que lo provocara por la zurda.
Carpecho quería emigrar --Si los centros los van a tirar los marcadores de punta desde la mitad de la cancha, yo no tengo cabida -- decía enojado. Pero se quedó para ser profeta en su barrio. Pintando su aldea, desbordó en varios equipos amateurs y como invitado en algunos de oficina a los que pronto abandonó. Carpecho no admitía llegar al fondo y tener que esperar a sus compañeros, más que una falta de estado físico, lo consideraba una falta de respeto. Esto contradecía su pensamiento de que con el centro atrás la obra de arte estaba concluída y que un gol o una pifia no debería modificar su valor.
-- Esperar a los que vienen detrás es un gesto solidario -- seguía contradiciéndose -- Detenerse y revisar lo recorrido es ejercitar la memoria -- aseguraba.
Renegaba contra el eufemismo de los relatores de fútbol cuando dicen "Centro pasado". Él creía que era un centro "hacia el futuro" que tomaba de espaldas a nuestros adversarios y de frente a nuestros compañeros...
Cuando advirtió que su velocidad y su cintura ya no eran lo mismo, Carpecho se retiró. Sus sueños de pelota no admitían a un wing lento, teniendo que recurrir al yeite del toque al costado.
Intentó seguir ligado al fútbol entrenando pibes pero fue un fracaso, todos le salían wines izquierdos y así no se puede jugar.
Ante la abstinencia de la raya comenzó a ponerse arisco y monotemático y llegó a perder amigos que defendían a los wines "ventiladores" y ni que hablarle de los "carrileros".
Sobre la mano izquierda de la calle Roque Pérez apareció en verso una pintada :
Volvé de tu última curda
Que al mundo Discepolín
Le anda faltando algún wing
Que lo corra por la zurda
Una gambeta de más
Te sacó del escenario
No tuvo destinatario
Tu último centro atrás.

Por las dudas Carpecho se encargó de borrarla.
En la Unidad Básica, los pibes que no lo habían visto jugar, preparaban un picado. --Carpe te prendés ?-- -- ¿ Yo ?, no querido, si nunca hice un gol en mi vida -- Contestó entre orgulloso y arrepentido.

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